Sunday, October 09, 2011

¿Reformar la Constitución?

Considero que cualquier constitución o cualquier sistema político son buenos en tanto y en cuanto sus respectivas sociedades respeten (sencillamente “respeten” sin necesidad de mayor énfasis) las normas, las reglas de juego establecidas. Hay variados ejemplos desde monárquicos a republicanos entre países que solemos reconocer como del “primer mundo”.

Lo que ocurre entre nosotros es, lamentablemente, lo contrario, y significa la causa principal del bastardeo a la democracia que sufrimos permanentemente, no sólo en perjuicio de una estabilidad política -de gobierno- sino también en detrimento de nuestra salud social.

La Carta Magna no se respeta, siempre está sujeta a modificación, todo lo que hace falta es sacar cuentas: si en el Congreso (sea provincial o nacional) se tienen los votos suficientes para reformarla, caso contrario conseguirlos, no importa si con descarado mercantilismo.

Y el objetivo mayor es siempre la reelección, por un tercer periodo o mejor, ¡indefinida! (insisto en que la reelección beneficia directamente no sólo a una persona y su familia, sino a miles dentro de la pirámide del ejercicio del poder).

Nuestra Constitución es la de 1994. No será la ideal pero sería suficientemente buena si fuera respetada. La Nación, el País no mejorarán por el sólo hecho de modificarla hoy, mañana y cuando al gobierno de turno se le antoje. En definitiva, todos nos damos cuenta que sólo se trata de voluntarismos oportunistas.

El Artículo 30 de la Constitución de la Nación Argentina sancionada en 1994 dice: La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto”.

Lo sustancial aquí es la puerta entornada para la trampa, las dos terceras partes terminan siendo apenas un obstáculo menor para la picardía política vernácula, y si se “consiguieron” votos suficientes en el Congreso, nada impedirá que igualmente se consigan en la Convención.

La modificación que cabría, en afán de evitar un vicio que venimos viviendo por décadas, sería “…La necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto unánime de todos sus miembros...”

El razonamiento es muy sencillo y sano: si una reforma constitucional le hace tanta falta a la Nación, debería ser porque todos, sin distinción, así lo consideran; porque todos los partidos políticos se han puesto de acuerdo y coinciden en un beneficio cierto para la salud política y social de la República.

¿Sería muy difícil? Sí, de eso se trata. Sólo así tendría y tiene sentido una reforma, dentro de una sociedad tan sufriente de trampas políticas.

Jorge B. Hoyos Ty.
ainda@netverk.com.ar

1 comment:

juana c. cascardo said...

Muchas gracias por enviarme tu blog para leer. Me interesó leer el artículo de opinión sobre una "posible reforma a la Constitución". Coincido en que el Congreso, el Poder Legislativo, debiera ser quien pusiera o no a consideración de la Ciudadanía la necesidad de una Reforma a la Carta Magna y contando además con mayoría absoluta; ya que los dos tercios ha resultado ser muy manejable por los gobiernos a los cuales sólo les interesa perpetuarse en el poder.
Con amistad Juana C.Cascardo