Friday, May 19, 2006

De Evangelina Carroso en Viena

Que la participación de Evangelina Carrozo en una protesta ambiental (Cumbre de jefes de Estado en Viena - 13/05/06) haya tenido tanta repercusión merece alguna reflexión, más allá de la noticia leída, vista y oída.

Los medios de comunicación, la publicidad, hacen uso y abuso de la belleza femenina. Abuso cuando la tiñen con mal gusto y procacidad. El uso está bien, son manifestaciones actuales de gustos y costumbres, pero que, en lo esencial, perduran como ideales de perfección buscados en los tiempos, desde los griegos. Bueno es que nos sensibilicemos con lo bello, que sepamos apreciarlo y disfrutarlo.

Está bien que la belleza resguarde a la sorpresa, porque la reacción del sistema de seguridad fue en consonancia con ella. Y no es poca cosa, en un mundo donde el terror suele irrumpir, implacable, en un instante.

En algo como tal protesta, está claro que participan muchas personas a condición de conservarlo en secreto para garantizar su concreción: alguien tiene la idea inicial; otros acompañan, financian, arman la estrategia, trasladan al lugar y están en el instante adecuado. Es el momento del protagonista, del actor que hace realidad el proyecto; unos segundos apenas, pero de ejecución precisa y suficiente. Fue el caso de Evangelina.

A partir de allí es ella quien corporiza el antes y el después del emprendimiento. Y es una suerte que así sea, como resumen y simbiosis de mensaje–persona para nuestra percepción.

Mensaje escueto, sin desperdicio: las banderas de dos naciones hermanas, a quienes no alcanza ni debe alcanzar el conflicto, y las palabras "basta de papeleras contaminantes – no pulpmill pollution". Portavoz legítima: no se trataba sólo de una chica bonita en bikini, era la reina de la fiesta popular de una ciudad, de un pueblo preocupado por su medio ambiente (el logo de Greenpeace estuvo demás, no fue el reclamo exclusivo de una institución).

Momento preciso, a la vista de todos los mandatarios reunidos, repercusión informativa internacional inmediata, resultado óptimo del aviso.

Pero cabe preguntarse sobre el "después" a cargo de esos responsables políticos, en particular de los directa e indirectamente involucrados en el problema. Porque no se enteraron en ese momento, ni siquiera hace meses; hace años que se viene gestando la instalación de estas plantas de celulosa y, por si fuera poco, no se trata sólo de ellas, dentro de las enormes realidades contaminantes nacionales e internacionales que crecen, precisamente, al amparo de la inoperancia o simple ausencia de las decisiones políticas pertinentes.

Problema, claro, no exento de grandes promesas proselitistas y de "gobierno", defraudaciones inclusive, mientras los peces se siguen muriendo en los ríos y se intoxica la gente, por agua, aire y tierra, o por alimentos que le llegan contaminados.

Está bien que los máximos responsables se hayan sorprendido y sonreído con Evangelina, pero mejor sería si se pusieran a trabajar en soluciones ciertas y de gran alcance; hace mucho que es evidente que la naturaleza no aguanta todo y aún ella pasa sus propios avisos, catastróficos, por si quedara alguna duda de urgencia.

Jorge B. Hoyos Ty. - Mayo de 2006